sábado, octubre 25, 2008

Evolución Rock


Iba con Cecilia platicando de rock, mentí que había ido al concierto de Caifanes, ese legendario en la Venustiano Carranza donde todos se volvieron locos y quemaron camiones. Le conté que que tenía el cd de Maldita Vecindad y que en Meave compraba mis playeraa merol (cuando en realidad sólo había comprado una, de Aerosmith)




Con la cara desfigurada de la emoción, me preguntó si me gustaba la de Maldito Duende, volví a mentir y le dije que sí. Tal fue el impacto que provocó en mi verla tan emocionada con esa rola, que dicidí investigar de qué se trataba.




Un par de años atrás, antes de convencer con berriches a mi Mamá de que rentara Multivisión, el canal 7 pasaba videos, ubico perfecto el de Lemon de U2 (que desde entonces me caía gordo), uno de Elton John con una vieja (dont break my heart, creo, y me gustaba, chale) y por supuesto los videos que cambiaron mi vida para siempre: Crazy y Crying de Aerosmith (verlos, era para mi una experiencia sexual, me cae)




Este par de eventos, fueron los que en realidad me acercaron al mundo del rock. En la secu recuerdo las bancas tageadas de Guns N' Roses, Metallica, Fobia, INXS, etc. Sin embargo nada de ello me había influenciado tanto, ni mis compañeros rockeros, ni el mismo Panguan quien se sabía de memoria los nombres de los de Metallica, o Gerardo, que amaba a Pink Floyd (como 13 años de edad, respectivamente) o los malotes de la secu "los Gallos", a clavarme a este género.




Volviendo al año 96, con Cecilia, fue que inicié oficialmente mi vida en el rock. A partir de ahí fue que escuché más música, descubrí a esas bandas tageadas en las bancas, fui a mi primer concierto (La Ley en su gira "Invisible") y encaminé mis gustos en el mundo alternativo (Garbage, Beck, Nirvana, etc).




Un día, Marilyn Manson llegó. Me pareció lo más cool del mundo (cuando esta palabra no estaba tan prostituida), lo más original, lo más chingón que había visto en mi corta vida. Golpear mi cabeza contra las rejillas del Palacio de los Deportes en su concierto me parecía el acto más increíble, transgresor y rebelde que podía hacer contra la cultura (weird) y alzar mi mano con los dedos merol ante la bandera gringa con el logo de Manson fue sin duda el extasis de mi sentido de pertenencia.




Descubrí también, que ser rockero (o al menos perecerlo) era atractivo para las niñas. Me di el lujo de batear un par, de andar con un par de darketas locas, de andar con fresas y ser popular por el "contraste", vamos, hasta de sentirme protagonista de un videoclip por "fajar" a ritmo de alguna rola rocker.




Pelo largo y luego uñas negras. El dark había llegado. Trabajar en un puesto de cómics me hizo conocer un sub mundo más alternativo aún, degenerado, sádico, pero con mucho sentimiento. Este adolescente inseguro pero firme en su camino ahora escuchaba Lacrimosa, Therion, Tiamat, Wolfsheim, Rammstein y comenzaba a usar sólo ropa negra, adiós playeras de Beavis & Butthead y MTV compradas en MixUp, oh no, no señor, eso era muy fresa y ñoñísimo. Ahora, la onda era comprar estoperoles, satín, botas de plataforma ridículamente alta, delineado de ojos y claro, playeras darky-metaleras con nombres de bandas indescifrables.




Totalmente chopo pudo ser el lema. Inconciente de la verdadera esncencia de los Darks (si es que la tienen, si no en México, en alguna parte del mundo) yo me sentía uno. Sin declararlo nunca oficialmente, mi look ya me esterotipaba en esa banda. En el CCH, había porsupuesto el club de los darketos, sin embargo nunca estube con ellos, y a decir verdad hasta me parecían ridículos y nefastos, recuerdo bien a un cabrón todo ñango de vestidos largos como de la llorona y una corona de espinas... pobre wey.




De ahí, hasta la universidad seguía creyendo que lo mío era lo gótico, mi máxima experiencia oscura había sido besar una darketa bajo la lluvia, en la noche y en medio del campo de futbol, o besar a otra chica de labio negro bajo las escaleras a escondidos de su novio de dos metros y bien malote (un día antes de que intentara aventarse de un puente). Sin embargo, y pese a casi 3 o 4 años bajo esa bandera me di cuenta que esa onda no era en realidad como yo. Yo era más listo, más abierto y sobretodo, muchísimo más feliz que aquellos darketos ceceacheros.




Quizá el shok social que pasé al irme de CCH y entrar a la UDEC, me ayudó a volver al rock, bandas nuevas en esos ayeres como Godsmak, Limp Bizkit y Linkin Park me regresaban primero al Merol (Nu merol ya), y luego más adelante, entrando al 2mil Los Strokes, Queens of the Stone Edge y Audioslave me aterrizaron casi 6 años más tarde al mundo alternativo rockerón una vez más.




Hoy, a 12 años de esa charla con Cecilia, a 14 años de mis chaquetas mentales con Crazy y Crying y a casi 5 años de no volver a pintarme más las uñas de negro, vuelvo a estar en mi escencia musicalmente hablando. El Queto del 96 ha vuelto, corregido y aumentado, renovado. Ahora tengo una nueva conexión con ese Queto que bailaba en círculos en las fiestas abrazado de la banda (hugo, aline, gaby y hasta Iván) a ritmo de Beck y de The Cure. Hoy, no es Veruca Salt, La Gusana Ciega o Foo Fighters, pero sí su equivalnete en cuestión alternativa, desde Silversun Pickups, hasta The Dears, Bloc Party o Veto.




No sé que venga después, no sé con qué nos sorprenda el rock en el futuro, pero de lo que sí estoy seguro, es que sea lo que venga, viene con más luz que nunca.



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